martes, 19 de enero de 2016

Imágenes de un mundo desolado

                                         
                                         
                                     
                                                    

¿Qué sucedería?

Somos parte de la primera generación que podría, culpa de sus propias acciones, causar su propia extinción. No es demasiado difícil imaginar a los humanos desapareciendo  de la faz de la Tierra culpa de “error involuntario” al manipular un virus modificado en un laboratorio, por ejemplo. Pero no importa cómo ocurra, solo imaginemos que, por algún motivo, un día el planeta se libra finalmente de la plaga en la que nos hemos convertido. ¿Qué ocurriría con la Tierra si no estuviésemos aquí?
Mal que nos pese, no somos ni de cerca imprescindibles para el funcionamiento del planeta. Más bien, todo lo contrario: sin nosotros, la tierra recuperaría mucho de su antiguo esplendor. Por ejemplo, solo unos días después de que hayamos desaparecido, el 90% de nuestras máquinas, centrales nucleares y servidores de Internet incluidos se apagarían. Al interrumpirse el servicio de gas y electricidad, la calefacción de nuestras casas dejaría de funcionar. Treinta días después de que haya desaparecido la humanidad, las cucarachas estarían en problemas graves. Es que son insectos tropicales y han logrado su increíble número gracias al cobijo que le proporcionan nuestras viviendas. Sin nosotros, serian presas del frío. No se extinguirían, por supuesto, pero su número se reduciría de forma importante.
Otros animales domésticos, como los perros y los gatos, también nos extrañarían. Y mucho. La mayoría de los 400 millones de perros que hoy viven con nosotros pertenecen a razas que han sido modificadas por la selección humana a la largo de los siglos, y estarían pésimamente adaptados para sobrevivir sin nuestra ayuda. De hecho, muchos perros de compañía tienen hocicos ridículos que le serian casi inútiles a la hora de cazar una presa. Sin embargo, casi todos los gatos sobrevivirán y se multiplicarán gracias al alimento proporcionado por las aves y ratas de las ciudades. Eventualmente, más tarde emigrarían a los espacios abiertos.
Al cabo de seis meses, la vida salvaje se irá apoderando de las áreas urbanas. Pequeños depredadores, como coyotes y linces, que han vivido durante siglos al borde de nuestras ciudades, se convertirán en los nuevos habitantes de las metrópolis. Detrás de ellos vendrán los carnívoros más grandes, como los lobos. Para entonces, nuestros jardines tendrán el mismo aspecto que un campo sin cultivar.
Nuestros jardines tendrán el mismo aspecto que una selvaAl año, la naturaleza comenzará a reclamar su sitio en las ciudades. Las playas de estacionamiento se irán cubriendo de pasto, y las fachadas brindaran soporte a las enredaderas que en pocos años terminaran por derribarlas. Las rutas y caminos comenzarán también a cubrirse de una alfombra verde, y quizás en 5 o 10 años seamos incapaces de verlas.Rutas y puentes coenzarán a cubrirse de una alfombra verdEn algún momento lasciudades arderán. Los incendios forestales, por ejemplo, son contenidos antes de que lleguena las ciudades peoen ausencia del hombre, las casas serán presas del fuego. Y las que no, en 50 o 100 años caerán por su propio peso. El agua que penetra en las pequeñas rajaduas, al congelarse en el invierno, funciona como un eficaz sistema de demolición. El hierro que hay dentro del hormigón armado y que le da su fortaleza, también será responsable de la caída de puentes y rascacielos. La corrosión hace que su volumen aumente hasta cinco veces, creando presión interna que terminará por fracturar estas estructuras. Cien o doscientos años después que nos hayamos ido, aún seguiremos viendo escombros entre los árboles, pero muy pocas estructuras humanas estarán en pie. Quizás algún resto de los esqueletos de los aviones que se estacionan en el desierto de Mojave puedan, si no han sido sepultados por la arena, ser reconocibles.

¿Cómo sería el mundo sin humanos?